(Este post esta muuuy largo, así que léanlo cuando tengan un tiempo y si pueden luego me dicen también que es lo que opinan.)
Aquí puedo ser claro y directo:
yo pienso que este sería un mundo mejor si la religión no existiera.
Creo que cualquier sistema donde
creer sin questionar, sin evidencia (tener fe) sea valorado más que tener una mentalidad crítica, aceptar nueva información con escepticismo, exigir evidencias para afirmaciones extraordinarias, y tener curiosidad por entender la realidad de nuestro universo, tiene graves consecuencias. Primero porque un sistema así puede ser (y frecuentemente
es) abusado por los líderes o proponentes de dicho sistema; pero quizá más importante porque creo que es un obstáculo para el desarrollo personal de cada individuo (principalmente en su toma de decisiones) y en general para el desarrollo de todos como humanidad (y las decisiones que también
como humanidad tenemos que tomar).
Me encantaría poder tronar los dedos y así, casi como por arte de magia, hacer que de un día a otro la religión desaparezca de la faz de la tierra. Desafortunadamente para mi, tampoco creo en la magia.
El problema es ¿cómo convencer a la gente de que deje su religión? ¿cómo hacerles ver de los peligros de la religión? ¿o de las pocas evidencias o razones que tenemos para creer en afirmaciones religiosas?
Quienes me conocen saben cual es mi posición. No creo que sea de ninguna utilidad, y es incluso contraproducente, el ir directamente a predicar el ateismo o atacar a las creencias de las personas. Richard Dawkins, aunque como divulgador de la ciencia es mi ídolo, en su papel de ateo siempre lo he criticado. A nadie vas a convencer diciéndole: “mira, piénsalo bien, analízalo,
tus creencias son estúpidas”. Las personas se sienten ofendidas, con justa razón, y se cierran a defender aún más sus creencias.
Por otro lado entiendo el sentimiento de Dawkins. Quienes han seguido mis posts recientes, aquí y
en el blog oficial, saben que apenas terminé de leer su libro
The greatest show on earth. Claro y directo Dawkins lo dice—el prólogo y un apéndice entero están dedicados a eso—su libro es una respuesta al más del 40% de la población en países desarrollados (ejemplos notables Estados Unidos y el Reino Unido) quienes piensan que la teoría de la evolución es falsa y el
mito de la creación es verdadero. Esto no incluye a gente que piensan que la teoría de la evolución quizá es cierta pero de alguna manera está guiada por ‘Dios’, más del 40% de la población de esos países
efectiva y literalmente piensa que la teoría de la evolución es
falsa. (No quiero ni saber por donde andará ese porcentaje en México.)
Escondido en un pie de página en ese apéndice al final del libro cuenta también una historia que nos hace entender un poco de su frustración:
Tax-free status is easily obtained [in Britain] by almost any religious organization. Organizations that are not religious have to jump through hoops to demonstrate that they benefit humanity. I recently established a charitable foundation dedicated to promoting ‘Reasoning and Science’. During the protracted, extremely expensive, and ultimately successful negotiations to obtain charitable status, I received a letter from the British Charity Commission dated 28 September 2006 which contained the following: ‘It is not clear how the advancement of science tends towards the mental and moral improvement of the public. Please provide us with evidence of this or explain how it is linked to the advancement of humanism and rationalism.’ Religious organizations, by contrast, are assumed to benefit humanity without any obligation to demonstrate it and even, apparently, if they are actively engaged in promoting scientific falsehood. [énfasis mio]
A pesar de todo esto, siento que la estrategia de Dawkins no es la correcta.
También, como comenté aquí en
posts anteriores Dawkins directamente ataca las a creencias (por momentos no está lejos de mofarse) de los creyentes en el dichoso 40% a quien su libro es una respuesta. En uno de los insultos más gratuitos se refiere también como “tree-hugging airheads” y “pop ecologists” a cierta clase de ecologistas; si un amante de los animales y la naturaleza se encontraba fascinado con la ciencia explicada en el libro hasta ese momento, justo
ahí lo perdimos. El libro de Dawkins no va a convencer a nadie que no estuviera ya convencido. (Casi por principio decidí no leer
The God Delusion, pero me gustaría saber la opinión al respecto de quienes sí lo leyeron.)
Como comentario al margen Dawkins dedica el primer capítulo entero (uno pequeño pero igual) a justificar que una teoría científica sólida (en particular la evolución, pero también por ejemplo la gravedad) se debe considerar como un
hecho incontrovertible,
más allá de cualquier duda razonable, y sólo siendo muy pedantes podríamos estar en desacuerdo. Bien, pues yo voy a ser ese pedante. La ciencia no puede
probar nada (énfasis en probar). Es enteramente posible (aunque ciertamente muy poco probable) que la teoría de la gravedad esté incluso fundamentalmente mal. Alguna vez discutía en un pub (Ok, quizá la cerveza tuvo algo que ver) que
nada nos dice que si suelto mi vaso de cerveza no pueda de pronto esta ‘caer’ para arriba. Es fantásticamente improbable (dado nuestro conocimiento actual de cómo funciona la gravedad) pero es
posible. Del mismo modo es quizá extremadamente improbable que las anécdotas contadas por tradiciones religiosas sean ciertas, pero es ciertamente también
posible que todas ellas describan
literalmente hechos reales.
Yo pienso que hay que dejar de tratar de vender a la ciencia como si fuera una generadora de hechos o de verdades. La ciencia produce teorías, posibles explicaciones, y su valor está en en la
utilidad que esas teorías nos brindan. En vista de las teorías de la relatividad y la física cuántica,
¡la teoría de la mecánica de Newton es falsa! ¡Está mal! Pero eso no quiere decir que esa teoría no nos pueda ser de mucha,
muchísima, utilidad (y aún decir
‘muchísima’ para esta teoría es casi peyorativo). Y yo insisto. No, no, y no, la ciencia
no produce hechos ni verdades. (
¡Sólo en matemáticas tenemos ese privilegio! :-P Ok, chiste malo y, siendo honestos, Dawkins también lo reconoce.)
Pero regresando al punto de como
no tratar de convencer a las personas, hasta hace unos años esta sería simplemente mi opinión, lo que me ‘late’ y ‘no me late’ que funciona para tratar de ‘convencer’ a alguien. Sin embargo recientemente he encontrado también más y más evidencias que respaldan a mi posición. ¿Que dónde las he encontrado? Donde más, en estudios científicos.
Este es el enemigo al que nos enfrentamos:
Disonancia cognitiva. Cuando una persona cuenta ya con un conjunto de creencias y se le presenta nueva información contradictoria, en la mente del individuo ocurre una ‘disonancia’ que debe de tratar de minimizar. Si la nueva evidencia parece contundente y es difícil de refutar vamos a encontrarnos con el efecto de
racionalización, un mecanismo de defensa en el que uno trata de inventar excusas para justificar sus anteriores creencias en presencia de la nueva evidencia. (Esta es justo la experiencia personal que
yo alguna vez describí.) Especialmente para creencias fuertemente arraigadas, la cantidad de evidencia requerida para derrocarlas va a ser muy fuerte y, en la mayoría de los casos, para las personas es mucho más fácil resolver la disonancia simplemente ignorando o rechazando por completo la nueva evidencia. Peor aún, si ‘ciencia’ es la aparente culpable de la información disonante, es mucho más fácil y sencillo simplemente desconfiar de
toda la ciencia. Incluso de la que ha incrementado nuestra esperanza y calidad de vida, incluso de la que simple y llanamente
salva vidas.
Las conclusiones de varios estudios recientes sirven para desanimar y tirar un valde de agua fría sobre todos quienes creemos que es importante la promoción de la ciencia. Los tres primeros vienen de
un artículo en el blog de Steven Novella (de hecho recomiendo ampliamente que vayan a leerlo), y datos sobre el último de ellos los pueden encontrar en
una nota del Washington Post.
- Las personas confían más en las historias y anécdotas emocionales contadas por sus familiares y amigos, que en estadísticas y datos sólidos (pero fríos). Las personas desconfían en general de la información provista por el gobierno. Las personas suelen convencerse más fácilmente por historias sobre riesgos, que por historias sobre beneficios. (Por ejemplo, aún cuando los beneficios de vacunarse sean mucho mayores que cualquier posible riesgo, las personas pueden fácilmente convencerse de no vacunarse si escuchan historias [incluso falsas] sobre posibles riesgos.)
- Cuando las personas se ven confrontadas por información científica que contradice sus creencias, una reacción común es desconfiar y apuntar que la ciencia es impotente y no puede probar nada. No sólo la ciencia que contradice a sus creencias sino a toda la ciencia por completo.
- Las personas tienden más a creer en algo si piensan que la mayoría de las personas tienen también esa creencia. Pero mucho peor, las personas tienden más a creer en algo si piensan que la ciencia rechaza esa creencia. (Aquí el experimento era en el contexto de percepción extrasensorial.)
- Si a un grupo de personas le presentas cierta información y le dices que es falsa, tres días después una fracción significativa de ellos ¡van a recordar a la información como verdadera! Peor aún, van a recordar al lugar donde lo leyeron ¡como la fuente donde se afirma que es verdadera! (En el experimento, por ejemplo, la gente recordaba después de tres días a la CDC como la fuente donde leyeron que “los efectos secundarios de la vacuna contra la gripe son peores que la misma gripe”.)
¡Diantres! ¿Y qué hacemos entonces?
La respuesta es que no lo se, pero armados con este conocimiento podemos (como comunidad científica/divulgadora) tratar de idear estrategias que sirvan para mejor promover a la ciencia y la razón. Quizá ahora sea mucho más obvio, pero la creación de este mismo blog que están leyendo ahora es un intento mio por evitar causar ‘disonancia’ entre los lectores de mi blog principal, con el que quiero promover y divulgar ciencia (y que activamente promuevo en Facebook/Twitter entre familiares y amigos).
Mi post de
Enfrentando al cancer, por ejemplo, fue un experimento tratando de hacer uso de las conclusiones del primer estudio en la lista de arriba. No presentar las estadísticas ni los datos fríos (aunque si las buscan con cuidado también están ahí), sino una historia personal emocional con la que alguien se pueda identificar. Más aún, el post trataba de resaltar los
riesgos de utilizar medicina alternativa, tanto o más que los posibles beneficios que la medicina podría aportar (esta vez ‘medicina’, sin calificativos).
Los resultados del segundo estudio refuerzan mi idea de no tratar de vender a la ciencia como generadora de verdades (que además, como ya dije, ¡es falso!).
“¡Pero la ciencia no puede probar nada con absoluta certeza!”, alguien te dice. No desperdicies tu tiempo tratando de convencer a la persona de que
si, que lo que dice la ciencia tiene que ser un hecho. La alternativa: “Si, en eso tienes razón.” (¡no disonancia, la persona te sigue escuchando!) “Pero mira
toda esta evidencia, todas estas cosas que nos encontramos al observar el mundo y la naturaleza, están super interesantes ¿no?. Como dices la verdad es que quien sabe, pero pues ahí hay algunas cosas que te ponen a pensar.” De nuevo no disonancia, sin querer la persona ya se dejó y por lo menos escuchó la evidencia, al menos las ideas están ya plantadas en su mente. Deja que la evidencia hable por si sola, que sea la persona también sola la que (a su ritmo y sin ninguna presión) resuelva sus propias disonancias de la manera que mejor le convenga. En las palabras de Morpheous (¡woa, una referencia de Matix!): “I’m trying to free your mind, Neo. But I can only show you the door. You’re the one that has to walk through it.”
Sobre el último de los estudios quizá la moraleja que nos queda es evitar usar el formato de “aquí está un mito” y “aquí está por qué es falso”. Lo mejor es quizá presentar la información que es verdadera y hacer poca o no referencia al mito. Aunque es también difícil saber cómo o donde pintar la linea. Por ejemplo en el post de
No vaya a ser y más aún en el de
¿Será niño o niña?, ambos posts empiezan suponiendo que caer y creer en el ‘mito’ (la inferencia incorrecta en el primer caso y la transa en el segundo) es algo que le puede ocurrir a cualquier persona
razonable. Aunque hay tintes que sugieren escepticismo, esta fórmula de empezar diciendo “creer en el mito puede parecer de hecho muy razonable” en lugar de “¿pueden creer que hay gente tan tarada que se cree esto?” la utilicé como un intento de reducir también la disonancia.
Es más, durante un buen tiempo en mi borrador del post más reciente sobre el libro de Dawkins, había un segundo párrafo que explícitamente mencionaba que la teoría de la evolución no iba en contra de las creencias católicas (y respaldado con una liga a un texto de Juan Pablo II donde lo afirma), igual con la idea de “bajar la guardia” de alguna persona muy católica que se topara con el post y tuviera eso en la mente. Sin embargo en ese caso decidí que lo mejor era ni siquiera hacer mención de la posible “contradicción”, pues era casi como decirle a una persona “no pienses en un oso polar” y esperar que no se le venga inmediatamente a la mente la imagen de un oso polar.
Anyway, ¿qué onda con mis posts tremendamente largos últimamente? Creo que ya es buen momento de terminar y sólo quiero agregar algo. Está implícito en todo el post pero creo de todas maneras que es importante decirlo con todas sus letras: No importa si nunca se logran erradicar a las religiones de la tierra (es muy probable incluso
que eso sea imposible), dejemos que la gente crea cada quien en lo que quiera. Pero si logramos hacer que cada uno de nuestros familiares y amigos sean un poco más escépticos, un poco más racionales, que conozcan un poco más de ciencia, sólo con eso habremos ya ganado una de las batallas más importantes.